Ernesto Guevara de la Serna fue viajero y revolucionario. Y lo fue por este orden. El hombre que luchó cinco años con las guerrillas de la Sierra Maestra, que fue presidente del Banco Nacional y ministro de Industria en Cuba, que realizó misiones diplomáticas en numerosos países (India, China, Unión Soviética...) y que, finalmente, se convirtió en leyenda al ser ajusticiado por las tropas gubernamentales bolivianas. «Otra vez» es testimonio fresco y directo de lo que él siempre se consideró: un trotamundos: «No conozco frontera: el mundo entero es mi patria».
Con apenas veinte años, mucho antes de que se forjara su espíritu revolucionario, realizó su primer gran viaje por Sudamérica. Le acompañaba Alberto Granado, otro argentino entusiasta con el que vivió durante nueve meses numerosas experiencias inciaticas que quedaron reflejadas en el libro «Viaje por Sudamérica». Muchos de sus seguidores no sabían que a ese recorrido siguió otro, esta vez en compañía de su amigo Carlos Ferrer, que le llevó a recorrer entre 1953 y 1956 nueve países del sur y del centro de ese lugar del globo que a el le gustaba llamar «nuestra mayúscula América».
«Otra vez», la obra ahora rescatada de su Archivo Personal de La Habana, es un libro de viajes diferente. Escrito con la frescura de un adolescente que entonces no podía imaginar que se convertiría en una leyenda, en guía y ejemplo para los espíritus rebeldes de varias generaciones, resulta ameno, conmovedor y emotivo. Y también comprometido. El Che tenía brasas en la sangre, y una enorme conciencia social que le hacía especialmente sensible a los problemas y miserias de los más débiles.
Sencillos como apuntes, los textos aquí incluidos tienen tanta fuerza testimonial como escaso valor literario. Algo parecido sucede con las numerosas fotografías inéditas que se suceden a lo largo de varías páginas, fotografías validas únicamente como documentos que ayudan a entender mejor a un personaje que prestaba tanta atención a la pluma como a la cámara.
El Che puso punto final a este último diario en febrero de 1956, poco antes de convertirse en guerrillero y embarcar junto a Fidel Castro en un viejo barco llamado Granma. Querían ser «libres o ser mártires». Pero esa es otra historia...
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