Muchos de los que se llaman viajeros son en realidad compradores compulsivos. Regateadores sublimes, subrayan en las guías de papel las secciones de mercadillos y preguntan a los guías de carne y hueso por las mejores tiendas, las mejores ofertas. Se les reconoce fácilmente en los aeropuertos por lucir sombreros de marichi o cargar con descomunales jirafas de madera. Para ellos este libro es un sueño: cientos de direcciones y consejos. Para los demás resulta entretenido: algunas buenas anécdotas y frases célebres de grandes viajeros.
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