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La mochila de Cesar Pérez de Tudela está llena de montañas holladas, recuerdos melancólicos y cuadernos sembrados de notas. Las primeras le han atraído desde niño con sus cantos de sirena, obligándole a recorrer el planeta para acudir a citas que en demasiadas ocasiones han terminado en tragedia.
César Pérez de Tudela ha estado con nosotros. Así fue la charla con los internautas.
La memoria siempre ha estado de su lado: cuando aparecía en televisión derrochando datos, fechas y altitudes, en las charlas con los compañeros de escalada en el campo base, en sus apasionadas conferencias en colegios e institutos... Los cuadernos de notas nos permiten ahora viajar junto a él, compartir senderos y vías de escalada, contemplar los mismos valles perdidos y las mismas cumbres vírgenes que sus ojos de ardilla escrutaron hace ya algunos años.
Dice el autor que la vida, como la montaña, es una soledad que se aprende despacio. Y es que Pérez de Tudela, un hombre aparentemente extrovertido, vive la montaña de puertas para adentro. Las páginas de este libro fueron escritas en esos momentos apacibles en que la naturaleza salvaje invade el corazón del viajero, lo sumerge en la más profunda melancolía y lo escupe hecho jirones. La montaña es soledad. La vida de un montañero debe ser forzosamente solitaria.
«Cinco montañas solo» nos muestra el lado íntimo de cinco esquinas elevadas de la tierra. El Aconcagua, el Annapurna, el monte Olivia, el pico Denali y Ruwenzori. Continentes enfrentados, distintos problemas, diferentes sensaciones. Cada una ocupa un capítulo y un hueco en el alma del escalador, que después de una treintena de libros sigue siendo un escritor efectivo y efectista, minucioso en los detalles geográficos y pasional en las descripciones humanas.
La literatura deja paso a la crónica. No hay lugar para fríos desarrollos técnicos o para contemplaciones bucólicas del paisaje: el hombre se enfrenta a sí mismo en una lucha épica contra los elementos. Y siempre, aunque pierda la batalla, sale reforzado y engrandecido. Son esos momentos de gloria reservados para los exploradores solitarios.
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